En la vida de toda persona siempre hay capítulos que se quieren borrar del recuerdo de inmediato y lamentablemente siempre permanecen latentes en nuestro interior. Bu
eno, no es muy grato para mi recordar lo que a continuación os escribo, pero puestos a conocernos más por dentro tienen cabida también las sombras y los tonos grises y negros.
Hace ya bastantes años, teníamos unos amigos que vivían en nuestro barrio y con los que se había llegado a un grado de confianza bastante elevado. Nos pasábamos las tardes enteras en nuestra casa o en la suya, merendando los tipicos bimbollos con mermelada y mantequilla, haciendo las tareas de Colegio, jugando a las chapas en un campo de futbol prefabricadao con una moqueta verde, en fin... Pues bien, la madre de estos chicos, era una más en nuestros juegos, una mujer alegre, muy amable y cariñosa, algo alocada, pero a la que mis hermanos y yo teníamos mucho cariño, mi hermana uña y carne con su hija, y yo uña y carne con su hijo.... pues bien pasados unos años, las cosas iban cambiando, no nos frecuentábamos tanto, aunque se mantenía el contacto, en una de las conversaciones de teléfono con ellos, la hija nos comentó que su madre llevaba un tiempo con depresiones, bastante frecuentes. Llámabamos a ver como estaba de vez en cuando, íbamos a su casa también para interesarnos por ella, animarla un poco, escucharla (a día de hoy no sé aún si hicimos todo lo que estaba en nuestra mano)......
Amaneció un día gris, triste, una mañana de domingo... el teléfono nos sobresalta, recibimos una llamada, era nuestra amiga, llorando, sumida en la desesperación y el desgarro, su madre había elegido deshacerse de la vida llevándose consigo todo su pesar, cayendo al vacío desde su ventana, desde donde, seguramente, tantas y tantas veces se habría preguntado los porqués de las cosas, las injusticias de la vida, el agobio del alma...
Hielo, hielo puro recorrió nuestros cuerpos, miradas perdidas, lágrimas, palabras de consuelo que, obviamente, rebotaban en el teléfono puesto que al otro lado no había recepción de nada, solo desesperación... la imagen de una familia destrozada.... el dolor en su estado más puro....
.... el tiempo es excelente bálsamo pero no logra curar ....
Sumido en la tristeza, delante de un papel en blanco, pensando en esa mujer, en su cara, en sus gestos.... ¿valor o cobardía?... yo diría valor, pero cegado por la desesperación... después me salieron las palabras que os escribo a continuación:
Quiso marchar/sin decir nada siquiera/se desprendió/de la vida a su manera, de esta vida a su manera...
No aguantó/al tren rápido de un día/de él saltó/así nunca volvería, a esta vida no volvería
Y afuera la luz /brilla como si nada / sé que faltas tú /hoy no es mañana, ya no hay mañana
Me pregunté/si era acaso yo culpable/fue una vez/cuando no supe escucharle, cuando no pude escucharle
mirando atrás/nadie podía imaginar/que aquel chaval/empezaba a cansarse, ya empezaba a cansarse
y afuera la luz/brilla como si nada/sé que faltas tú/hoy no es mañana, ya no hay mañana.
Ojalá siempre tengamos palabras y gestos suficientes para evitar que alguien quede sumido en la oscuridad, en la desesperación.... en la tristeza... Un abrazo.